Dos copas por las nubes

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En una ciudad como Hong Kong, donde el espacio
es un bien tan escaso que la tendencia natural es mirar hacia arriba, no es
difícil encontrar verdaderos tesoros ocultos tras un tenebroso viaje en
ascensor. Bares, restaurantes
o tiendas de diseño se pueden hallar a muchos metros sobre el nivel del suelo. Pero ninguno
es comparable al Ozone. Este bar, que presume de ser el más alto del mundo,
pertenece al lujoso hotel Ritz-Carlton y vigila toda la ciudad desde su
impresionante atalaya de la planta 118 del ICC, el mayor rascacielos de Hong
Kong.Allí tienen su puesto de trabajo dos españolas. Jennifer Wise y Teresa Moon.
Jennifer, catalana de padre inglés, dejó su trabajo en el hotel Arts de
Barcelona, también de la cadena, para ser la gerente del Ozone de la mano de
Victor Clavell, vicepresidente de Ritz-Carlton para Asia.

También la barra tiene acento español. La dirige Teresa Moon, una canaria de familia
coreana que lleva dos años
creando para el Ozone algunos de los mejores cócteles del mundo. Su
especialidad, la ginebra, de la que es una verdadera estudiosa. «Hong Kong
está en la vanguardia del mundo del cóctel. La calidad de sus baristas y la
variedad de la oferta la convierten en un punto de referencia a nivel mundial»,
afirma, dejando entrever con su acento sus raíces españolas.

El bar Ozone

 

El Ozone es una experiencia sensorial en sí
misma
, que comienza antes incluso de pisar el bar. El ascensor que
lleva hacia la cima del mundo está diseñado, como el conjunto del local, por la
firma japonesa Wonderwall Design. Es un habitáculo negro, estrecho, que te
prepara para abandonar el lujo clásico que envuelve los salones del
Ritz-Carlton y subir a la parte cool. En Ozone, el Ritz se quita la corbata.
Ya en el local, hay dos partes diferenciadas. El interior es
diseño puro. Un «entorno
edénico de belleza sobrenatural», en palabras de su creador
. Una
combinación de cristal y mármol en caleidoscópicos trazos que parecen
trasladarte a otro planeta.
A su espalda, otro mundo, el mundo real, al que se accede por la
terraza, el verdadero lujo del establecimiento. La decoración deja de
ser un elemento principal para que el paisaje sea el único protagonista. La
imponente ciudad de Hong
Kong parece un decorado, y sus rascacielos, casas de muñecas
. En los días
cubiertos, las nubes se pasean literalmente entre las mesas. Pero cuando el sol
brilla el espectáculo es grandioso. Sus rayos inundan la terraza y penetran por
los vidrios llenando de luz el interior. El mar es un manto azul turquesa por
el que diminutos barcos surcan sin descanso la bahía; y la puesta de sol, sin rastro de civilización
alrededor
, es de las que te dejan sin palabras.
De noche, el
espectáculo es incluso mejor. DJs internacionales ponen la banda sonora a uno
de los lugares más exclusivos de la noche hongkonesa. Reservar una mesa
requiere un gasto mínimo de mil euros si es en la terraza y de 600 si es
dentro, pero el lujo siempre tiene clientes en una de las ciudades más
vibrantes de toda Asia, y estas dos españolas se encargan de que no falle ni un
solo detalle para que el cliente pueda sentirse un poco más cerca del cielo.
Un buen ejemplo de Marketing y Gestión de un servicio de calidad
Fuente: ABC

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