El móvil que cambió nuestra vida

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El Iphone de Steve Jobs cumplió el pasado día 9 diez años. Sólo diez años, pero diez años que han cambiado la vida de verdad a todo el mundo. Literalmente. En la crónica de urgencia para la web de El Mundo, el enviado especial que cubrió la impresionante presentación del fundador de Apple, escribió que “el iPhone es como un móvil traído del futuro al presente”. Tenía toda la razón. Quizá en aquel momento sólo Jobs y unos pocos más eran conscientes de lo que iban a suponer los teléfonos móviles inteligentes en la vida diaria de miles de millones de personas. Hoy basta con echar mano al bolsillo o al bolso para comprobar todo lo que se puede hacer con un dispositivo que no pesa más de 200 gramos y que, conectado a internet, es un verdadero ordenador personal que se puede utilizar con una mano.

El iPhone, del que se han vendido más de 1.000 millones de unidades desde su nacimiento, trajo consigo una pléyade de teléfonos inteligentes, también denominados smartphones, de distintas compañías. Hoy, unos 3.000 millones de personas tienen un móvil con conexión a internet en todo el mundo, alrededor del 40% de la población del planeta. Sin duda alguna, es el dispositivo que más rápidamente se ha introducido en la sociedad y en todos los niveles de la misma.

Este aniversario es una buena oportunidad para considerar el radical cambio social que ha supuesto la introducción de las nuevas tecnologías relacionadas con internet. Hoy es una realidad lo que escribíamos en 2007, refiriéndonos al invento de Jobs como el “móvil del futuro traído al presente”. Los teléfonos inteligentes se han convertido en el paradigma de la revolución tecnológica, tanto desde el punto de vista de la comunicación personal como de la estrategia empresarial. Más del 50% del tráfico de datos en internet se realiza a través de los smartphones y de las tabletas. Ningún negocio queda fuera del radio de acción de internet o, mejor dicho, la industria que no aproveche las posibilidades que ofrece la red está condenada a la desaparición. Y en todo ello ha tenido un protagonismo indiscutible el teléfono móvil.

El comercio mayorista y minorista, la banca, la prensa, la enseñanza, el turismo, la hostelería, el transporte, la Administración Pública, la sanidad y tantos otros sectores de actividad no tienen nada que ver hoy con lo que eran hace apenas dos lustros. Ahora un lector puede comprar desde su móvil el libro de su autor favorito según sale a la venta en el país que sea, puede guardar en el dispositivo su historial médico o, simplemente, pagar la compra diaria sólo con colocar el dispositivo en el TPV de su establecimiento habitual. En el móvil podemos llevar un auténtico entrenador personal para mantenernos en forma, por no hablar de la multiplicación exponencial de las posibilidades de comunicación personal a través de nuevos servicios de voz y de mensajes. El tremendo auge de las redes sociales habría sido imposible sin los teléfonos inteligentes. Facebook, por ejemplo, cuenta en estos momentos con más de 1.200 millones de usuarios activos, de los que 1.100 interactúan sólo desde su móvil.

La segunda reflexión que trae este aniversario es que este binomio de internet asociado al móvil ha generado una nueva forma de negocio a través de las denominadas aplicaciones, muchas de ellas start ups que han ido creciendo hasta convertirse en grandes compañías cotizadas. La plataforma de coches compartidos Uber vale en Bolsa más que General Motors y casi tanto como Volkswagen. Sólo en el sistema operativo IOS, con el que funciona el iPhone, existen más de dos millones de aplicaciones.

El tercer comentario pertinente es la consideración de la velocidad acelerada que lleva todo este cambio tecnológico. Hace diez años no existían servicios que hoy nos parecen imprescindibles y que se han desarrollado gracias a la penetración de los teléfonos móviles. WhatsApp en las comunicaciones personales; Uber o Airbnb en el transporte y el alojamiento, los distintos quioscos de prensa, cine y series, las empresas de comercio electrónico… una auténtica revolución que no tiene un final.

Los expertos dicen que estamos finalizando la segunda ola de la revolución de internet, la de las aplicaciones móviles, e iniciando la tercera, que será la del internet de las cosas, es decir, la de la conectividad entre sí de todos los aparatos -automóvil incluido- que usamos habitualmente. Si en los diez últimos años la vida nos ha cambiado tanto, lo que nos espera en los diez siguientes será espectacular.

Fuente: El Mundo

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