Uber, BlaBlaCar y Airbnb son ejemplos conocidos de una nueva forma de negocio que está teniendo cada vez más repercusiones sobre el tejido empresarial internacional y que representa un cambio social progresivo y profundo. Se trata de la economía colaborativa. Albert Cañigueral, considerado como uno de los gurús del ámbito, nos habla en el TEDx Barcelona Salon de un nuevo modelo sustentado en valores como la confianza y la transparencia.
El ponente nos remonta a 2011, cuando se empezó a popularizar la idea de economía colaborativa vinculada al terreno digital y en el que decidió crear el blog Consumo Colaborativo, cuyo lema es “compartir reinventando la tecnología.” En aquel momento eran pocos los que creían en este tipo de iniciativas, pero cuatro años más tarde se ha demostrado que las plataformas digitales que propician el intercambio de bienes y servicios se están comiendo el mundo.
Las organizaciones de la economía abierta y colaborativa son capaces de hacer cosas de una forma más transparente y más eficiente que el resto, pues su motor de funcionamiento no es únicamente la persecución de rendimiento económico. Eso es lo que Christian Felber denomina Economía del Bien Común, bajo la cual las empresas en vez de regirse únicamente por sus resultados, lo hacen por criterios de utilidad social. Y es que si conseguimos sustituir el afán de lucro y la competencia por la contribución y la cooperación, las organizaciones de cualquier tipo aprenderán a entender el éxito de otra forma.
La colaboración implica a todos los ámbitos de la sociedad y a la globalidad de las actividades económicas. Incluso, señala Cañigueral, se habla de un “nuevo poder digital” que hace referencia a la coordinación entre iguales y a la participación masiva para crear el cambio. Las formas de fabricación y consumo se están transformando gracias a esta nueva manera de relacionarnos como comunidad en lo económico, que desde hace ya algún tiempo está derivando en estructuras descentralizadas y en la obsolescencia del status quo. Según el ponente, la jerarquía tradicional, con empleadores y empleados, queda atrás y comienza a ganar terreno un nuevo concepto de externalización, que permite una relación más flexible entre empresa y trabajadores a la búsqueda de mayor eficiencia.
La economía colaborativa pretende ayudar a dejar atrás la crisis creada por el viejo sistema económico dedicado a gestionar la escasez, para enfrentarse a un nuevo reto: gestionar la abundancia. Como explica el ponente, durante años hemos producido en exceso; por eso, necesitamos fabricar menos y dedicarnos más a los servicios. Ello tendrá consecuencias a nivel de reconfiguración del entorno laboral. De hecho están surgiendo nuevas modalidades de empleo bajo demanda que, a pesar de tacharse de precarias, pueden generar nuevas oportunidades, otras fórmulas de retribución, de valoración y compensación alejadas del presentismo. Se trata del auge del trabajo independiente, freelance, multitarea o temporal producido por una “uberización” del empleo.
Cañigueral se pregunta si estamos ante un “cooperativismo 2.0”, en el que los propios trabajadores se organizan para buscar vías en las que compartir el valor que generan estas nuevas plataformas, lo que se traduce en iniciativas como las de coworking, que permiten que distintos profesionales independientes compartan un mismo espacio donde pueden establecer sinergias innovadoras.
La visión inspiradora de la sociedad colaborativa nos plantea un panorama inexorable y sugerente a partes iguales, pero lleno de incógnitas. Estamos en un momento de cambio, vislumbrando un nuevo horizonte de colaboración pero a la vez coexistiendo con el sistema capitalista tradicional. El ponente concluye que no sabemos hacia dónde vamos, pero lo que sí sabemos es que “la mejor forma de predecir el futuro es creándolo.”
Fuente: Factor Humano
Ver también: «Economía colaborativa. El triunfo del mercado«