Las demandas y cuestiones que se han abierto sobre la legalidad, la OCU defiende esta práctica de consumo colaborativo con 3 razones:

1.Es una manera de comunicarse: pone en contacto a usuarios con el objetivo común de compartir un trayecto. Unos tienen coche, otros no, y todos se ponen de acuerdo en el punto de origen, destino, la hora de salida… Pero BlaBlaCar no cuenta con vehículos propios ni contrata a conductores ni puede ser considerada como intermediario según lo establecido por la Ley de Ordenación del Transporte Terrestre.

2.No hay ánimo de lucro: los usuarios no tienen ánimo de lucro, ya que lo único que hacen es compartir los gastos del viaje. La Ley de Ordenación del Transporte Terrestre permite hacerlo en su artículo 101, cuando dice que el transporte particular no puede dar lugar a remuneración “salvo en el supuesto de gastos de desplazamiento para su titular”.

Para profundizar en este punto, OCU ha realizado un estudio sobre movilidad alternativa. Se publicará en noviembre, pero podemos adelantar que según los datos recogidos resulta difícil enriquecerse como conductor de BlaBlaCar.

Para cubrir la gasolina, los hipotéticos peajes, el desgaste de los neumáticos, la depreciación del coche, el seguro, los impuestos… haría falta que el conductor llevase casi 6 pasajeros. Solo a partir de ahí empezaría a ganar dinero. Algo imposible incluso con furgoneta o minibús, ya que BlaBlaCar establece un máximo de 4 pasajeros.

3.BlaBlaCar toma medidas: aunque el precio del desplazamiento lo pone el conductor, la compañía fija un techo según el trayecto. Además, incluyen un seguro que cubre tanto al conductor como a los pasajeros. Y los posibles fraudes se evitan mediante la trazabilidad electrónica de los pagos.

Más opciones, más eficiencia

Lejos de perseguir la ruina de otros colectivos, este tipo de iniciativas amplían el abanico de opciones a disposición del consumidor.

Al mismo tiempo, se promueve un uso eficiente de los recursos. Mejor un coche lleno circulando que cuatro haciendo ese mismo trayecto en el mismo momento, con las consecuencias que eso tiene para el medio ambiente, el tráfico… y la economía de los consumidores.

Las opciones clásicas ni van a desaparecer ni tienen que desaparecer. Pero las colaborativas deben asentarse y toca a las autoridades velar por un equilibrio entre ambas.

A BlaBlaCar lo que se le puede y debe exigir es que haga todos los esfuerzos por evitar experiencias negativas entre sus usuarios. Suya es la responsabilidad de crear un entorno seguro en el que los usuarios puedan desenvolverse con garantías.

Agradezco a Raquel Arganza su colaboración en esta entrada

Fuente: OCU