Alvarito me enseñó el secreto de la felicidad

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De repente el decorado cambió totalmente. En aquellos diez minutos con el médico, la vida de Álvaro se puso patas arriba: “Tuve miedo. Miedo al dolor, a la incertidumbre, miedo a que el niño sufriera…”.

A los 13 años Álvaro creó una banda de rock con sus amigos. Y a partir de entonces no paró quieto: conciertos, grabaciones, giras musicales… “Estaba centrado en mis prioridades: el trabajo, mi progreso profesional, tener cosas y la familia, aunque con un punto de vista diferente al que ahora tengo”.

Las revistas de música y canales especializados se hacían eco de sus discos y les invitaban a tocar en directo en los Conciertos de Radio 3 (Televisión Española) y en festivales por toda la geografía nacional. Su última banda se llamaba ‘Nagasaqui’. Álvaro Tello y su amigo de la infancia y compañero en otros proyectos, Pedro Camacho, sacaron varios discos: “Alegría pop, Nostalgia Sixtie con letras inteligentes..”, así describían su estilo los críticos de música

Pasaron los años y en 2006 se casó con Ana. Su hijo Andrés nació en 2012, Álvaro en 2013, y Jaime en 2019. “Alvarito tiene una enfermedad de la que todavía no existe diagnóstico, sin nombre, pero que se manifiesta como una parálisis cerebral. Los primeros informes hablaban de un retraso psicomotor, que a mí me sonaba a que estaba dentro de la normalidad, que no era alarmante, pero cuando el neurólogo habló de parálisis cerebral, le paré y le pregunté en qué consistía: os va a necesitar para todo, me dijo. Y en esos diez minutos mi vida se puso patas arriba”.

 

(…) “Pasaron dos años dedicado en cuerpo y alma hasta que empezamos a llevarlo al cole de educación especial: levantarme, llevarle a terapia, me iba a trabajar, volvía a por él… y me intercambiaba con Ana. Todo aquello que antes tanto necesitaba: mi música, mi tiempo, muchos míes, que eran importantísimos… ya no existían porque estaba volcado en mi familia, en un niño que me necesitaba para todo. Pero tenía paz, tranquilidad. Pensaba: nos reímos, somos una familia feliz, aunque con dolor e incertidumbres, ¿qué pasa aquí? Y llegué a la conclusión de que el secreto de la felicidad es darse y olvidarse de uno mismo. Esa fue la gran lección que Álvarito trajo a mi vida”.

Lee completo el artículo en:  La gran lección que Alvarito trajo a mi vida

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