El conocido psiquiatra Enrique Rojas, columnista y escritor granadino, afincado en Madrid, tiene publicados en varios idiomas un buen número de libros de divulgación sobre diversos aspectos de la psicología y la conducta. Son publicaciones que se refieren a la familia, el amor, la búsqueda de la felicidad, la autoayuda para afrontar la depresión, el fracaso escolar o las alteraciones de la sexualidad, por citar solo algunos de los temas tratados. Cuestiones siempre consideradas desde una perspectiva humanística trascendente y con el apoyo en la crítica de los logros y las carencias de la sociedad posmoderna.
Su estilo es directo, sencillo, animado de ejemplos, citas, reflexiones breves y otros recursos, que utiliza con amena sintonía tanto en la escritura, como con la palabra directa ante el público. Ha conseguido éxito evidente, tanto en el número de títulos publicados, como en las cifras de difusión.
“Amigos. Adiós a la soledad”, es otro de esos libros llenos de buena intención, humanidad y conocimiento, para intentar a través de los cuatro primeros capítulos describir las notas características de lo que es la amistad; las dificultades o problemas personales de su carencia y de la soledad; el desarrollo longitudinal de las posibilidades de relación interpersonal en la infancia, adolescencia, madurez y senectud, y dar unas pinceladas de ilustración cultural con los ejemplos de amistad entre algunos personajes de la historia.
El siguiente capítulo, titulado “La amistad en la familia”, está escrito por su hija Marian Rojas Estapé -licenciada en Medicina, colaboradora con el autor principal en el trabajo clínico-, que presenta una buena descripción de situaciones y consejos sobre las deseables relaciones entre padres e hijos. Su contenido va más allá de lo que dice el título, pues hace consideraciones sobre la autoridad, los modelos, la autoestima, el clima de relación familiar, el uso de la televisión y otras varias cuestiones que podrían ser una publicación aparte, aunque se sinteticen en unas cuarenta acertadas y jugosas páginas.
Finalmente -y antes del apéndice último dedicado al “Decálogo de la amistad” y varios auto-tests- hay un capítulo sobre la relación médico-paciente, que no está de más, pero tampoco es esperable en un libro sobre la amistad. Y que, de alguna manera, es exponente de que la obra sobrepasa los límites marcados por el título, la amistad, por lo que hubiera sido deseable una mayor sistematización.
Reseña de Aceprensa, escrita por Ángel García Prieto