¿Cambia la vida con el nuevo año?

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El refrán popular “año nuevo, vida nueva” nos anima a cambiar nuestra vida, pero creo que ese impulso a una “vida nueva”, de cuya importancia todos somos conscientes, no vendrá milagrosamente de la caída de la última hoja del calendario.

Me parece que este refrán nos quiere indicar, más bien, que podremos mejorar o reorientar algún aspecto de nuestra existencia siempre que sepamos imprimir un auténtico sentido a nuestra realidad. Si no es así, vale la pena replantearse cómo encontrar el verdadero sentido de nuestra vida, armonizando nuestros pensamientos con nuestros deseos o, dicho de otro modo, nuestra cabeza con nuestro corazón. Esto nos llevará a conciliar mejor nuestro proyecto personal con el profesional y con el familiar, dentro de los principios básicos que dignifican a toda persona humana, a saber, la búsqueda de lo verdadero, lo bueno y lo bello.

Para conseguir esa “vida nueva”, es necesario concretar una serie de pequeños objetivos, ya que “todas las grandes conquistas son la suma de pequeños logros”. Las metas deben ser alcanzables, puesto que hemos de ser optimistas a la vez que realistas, y hemos de estar preparados para el fracaso, porque no siempre lograremos lo que nos proponemos. La determinación por conseguir esas pequeñas metas es algo positivo en sí mismo, ya que, sin duda, nuestra voluntad se habrá robustecido. En este sentido, vale la pena recordar lo que nos decía Antoine de Saint-Exupéry: “El fracaso fortifica a los fuertes”; o lo que decía Jean Paul Marat: “No existe el fracaso, salvo cuando dejamos de esforzarnos”.

En lo personal, vale la pena apostar por mejorar en aquellos aspectos que hagan la vida más agradable a nuestra familia, a nuestros amigos y a nuestros colegas. Muchas veces, basta con estar a la escucha o sonreír, y casi siempre nos irá bien acrecentar nuestra paciencia para sobrellevar con gallardía las contrariedades del día a día. Asumir con calma las cosas que nos contrarían pueden exigirnos ejercitar el perdón, lo que es bien necesario en toda relación humana para encontrar la felicidad. Pequeños gestos que podemos actualizar, como puede ser “dar las gracias” por todo lo que recibimos o poner un poco de “sentido del humor” hacen la vida más agradable a los que nos rodean y nos llenan de paz.

Si mejoramos, si le damos a nuestra vida un “verdadero sentido”, un sentido que tenga en cuenta los valores trascendentes del ser humano, lograremos que nuestra familia mejore y con ella nuestra sociedad. El bien es contagioso y se expande.

Y para afrontar este desafío, debemos tener confianza en nosotros mismos y no desanimarnos. Estoy convencida de que siempre va bien reírse un poco de nosotros mismos, lo que es fácil si somos conscientes de que nadie es perfecto.

Tomasa Calvo

Publicado en Woman Essentia y en el Confidencial Digital

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