¿Cómo conseguir la paz familiar?

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Hemos nacido para ser felices y la clave está en amar, sentirse queridos  y tener un proyecto de vida claro, que ha de ser coherente con el proyecto profesional. La actividad profesional no debe ser prioritaria en la vida de una persona. La coherencia puede suponer un sacrificio como retrasar ascender profesionalmente o tener una menor retribución económica. Aunque estas consideraciones se refieren a las relaciones matrimoniales, muchos temas de lo que aquí se tratan, se puede aplicar a las relaciones entre amigos o compañeros de trabajo.

En la mayoría de las personas, el amor se concreta en una persona con la que decide comprometerse iniciando un proyecto de vida en común con voluntad de permanencia. Un proyecto de vida por bueno que sea no garantiza que lo proyectado se cumpla, requiere esfuerzo, compartir tiempo, buscar momentos de intimidad, comunicarse, quererse, tener detalles. Salir del yo para ser un nosotros, hablar de deseos y necesidades, ser sinceros y transparentes. Es importante aceptar a cada uno como es, querer a la otra persona con sus virtudes y defectos.

Los esposos necesitan armonizar muchas cosas (caracteres, costumbres, criterios en la toma de decisiones como trabajo, gastos, educación de los hijos, reparto de tareas, proyectos, etc.…). No se trata de suprimir las diferencias, sino saber armonizarlas (como cuando se toca una melodía de una partitura, las notas están ahí, pero hay que saber tocarlas para que suene la melodía). Para conseguir la paz familiar, es necesario dialogar de forma habitual y aprender a discutir. La discusión ha de ser personal para que, en lo posible, no trascienda a personas ajenas y especialmente que no la contemplen los hijos, porque se les puede hacer mucho daño.

Y esto… ¿Cómo se hace?, aprendiendo a decir las cosas, (qué decir, cómo decirlo y cuando decirlo), pero sobre todo sabiendo escuchar, porque a veces es más importante que hablar. Escuchar con cariño, poniendo atención, con silencio exterior e interior. Es importante conocer nuestras limitaciones y las de nuestra pareja, para no pedir más de lo que el otro me puede dar, compartiendo tiempos, sabiendo que somos diferentes pero complementarios.

Es importante aprender a decir las cosas con cariño, con respeto, para construir, saber pedir perdón y perdonar, porque perdonar es una muestra de cariño. Dedicar el tiempo que cada uno necesita. Por eso me gusta decir que las relaciones humanas, también las de pareja, se mejoran siempre con tiempo y mostrando cariño, con esos detalles que solo descubre cuando de verdad se quiere a alguien. Aprender a discutir e intercambiar opiniones, en ocasiones contrarias, supone aprender a querer cada día más y mejor a la persona con la que se discute. Así se facilita la paz familiar.

Artículo publicado en el Diario de Almería

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