Los mentores son importantes y necesarios para cualquier persona que quiera avanzar, llegar lejos y lograr algo grande en la vida. Hay algo que se repite sistemáticamente cuando uno analiza personas de éxito, y es que, en algún punto del camino, de manera más o menos formal o informal, ha aparecido algún mentor en su vida. Después de muchos años trabajando como mentor, he llegado a la conclusión que todos necesitamos un mentor en cada una de las etapas de la vida.
Un mentor es aquella persona con experiencia que ya ha recorrido aquel camino que a nosotros también nos gustaría vivir y con el que tener éxito: el camino principal que hemos de recorrer viene indicado por nuestro propósito de vida y por el proyecto profesional que estamos desarrollando o queremos desarrollar. Es cierto que no existen dos personas iguales, ni dos momentos iguales, ni dos trayectorias iguales, pero sí hay principios que se repiten con independencia de las coordenadas de espacio y tiempo. Por lo tanto, son personas muy apetecibles para tenerlas cerca.
Los mentores aportan muchas cosas, como propone Francisco Alcaide destacaría cinco aportaciones:
- Claridad mental
Es fácil estar desorientado en muchos momentos del camino y no saber hacia dónde mirar y apuntar. El mentor te permite eso: orientación, rumbo, perspectiva; saber dónde enfocarte en cada momento, te ayuda a centrar tus energías en lo importante, descartando el resto. Un buen mentor te permite tomar conciencia de qué es clave, y lo más importante, por qué es clave. Las conversiones estimulantes y retadoras permiten tomar perspectiva, ver las cosas desde arriba desde donde se ve con más nitidez qué es lo relevante y lo accesorio.
- Tener una metodología
Disponer de un método para hacer las cosas que conviene hacer o que se quieren hacer. El método te permite llevar a cabo aquellos procesos que hay que ejecutar sin ir dando palos de ciego, porque de otra manera se pierde demasiado tiempo, energía y recursos, y eso es agotador. Los mentores aportan conocimientos y experiencia que cuestan muchos años y sudores conseguir, así que, hay que aprender de personas que ya han pagado por aprender lo que necesitamos para lograr nuestras metas.
- La conversación como herramienta
La conversación es la herramienta clave para desarrollar un proceso de mentoring. Manejar bien esta herramienta nos dará mucha fuerza en nuestra vida. La empatía y la argumentación son los elementos esenciales de cualquier conversación. Mediante conversaciones bien diseñadas, un mentor nos aportará una mirada crítica y exigente de los proyectos personales y profesionales. Los aduladores son siempre peligrosos. No hay nada peor en esta vida que tenerle miedo a la verdad. No hay nada más sano, por el contrario, que tener alguien de confianza que nos diga las cosas con tacto, pero de manera clara, directa y sin tapujos.
- Apoyo emocional
A lo largo del camino existen muchos momentos también de soledad, de frustración, de bajón emocional, y es necesario tener gente cerca —como la figura del mentor—, que también aporta ánimo, ilusión, reto, porque cuando las cosas no marchan bien se tambalea lo más importante que tiene una persona que es la confianza en uno mismo, y ahí es donde uno la va a recobrar para no tirar la toalla. Los mentores son esas personas que te inspiran a ir más allá de tus dudas y de tus miedos. Los mentores conocen tus puntos fuertes y débiles, y saben dar indicaciones precisas para que optimices tu vida.
- Plan de mejora
Un buen mentor siempre te exige de ti más de lo que tú te exigirías de ti mismo. Te lleva al límite, a crearte una cierta incomodidad. Todos tenemos una tendencia natural a hacer lo más cómodo y fácil, pero así no se puede llegar a ningún sitio interesante. Crecimiento y comodidad son incompatibles. Sabes que estás avanzando en la vida cuando estás incómodo. Como en la vida no es fácil sentirse cómodo en la incomodidad, lo mejor es buscar a alguien que nos empuje. Necesitamos alguien a nuestro lado —padre, amigo, mentor…— que nos rete por inspiración o desesperación. También para que nos ayude a diseñar un plan de mejora y a ponerlo en práctica en nuestro día a día.
Un buen mentor nunca es un gasto, sino la mejor inversión que se puede hacer en la vida.