La tecnología nos facilita la vida comercial. Tenemos información de toda naturaleza en las redes sociales, en los buscadores, en las aplicaciones móviles y toda suerte de instrumentos convencionales, como los estudios de mercado o las bases de datos. Además, nos sabemos la teoría: o somos líderes por coste o bien por calidad, de modo que articulamos los recursos, procesos y valores para conseguir un fin. Lo tenemos todo, sí, ¿pero alguien sabe dónde están los clientes reales, los que sacan su tarjeta de crédito, pagan por tu servicio, te recomiendan y vuelven de forma recurrente?
El cliente no es negociable para la viabilidad de un proyecto, por lo que nos tenemos que preguntar dónde están los nuestros y cómo llegar a ellos, qué esfuerzo hemos de seguir para contactarlos y cuántos necesitamos cada mes. A esto se dedica el marketing estratégico, a la creación de mercados con clientes reales. A continuación, os sugiero algunos pasos para convertirlos en activos de la cuenta de resultados.