El concepto de economía colaborativa cada vez está más asentado en nuestra sociedad. Aparecen nuevos agentes, nuevas empresas, que facilitan intercambios entre oferta y demanda. Son meros intermediarios que gestionan estos intercambios a través de plataformas digitales. Pero con la implantación de estas nuevas formas de trabajo también surgen los problemas…
En esta entrevista, el vicedecano de la Facultad de Ciencias Económicas, José Luis Crespo, y el profesor Fernando Giner, ambos del Departamento de Economía y Dirección de Empresas, dan diferentes puntos de vista sobre cómo el concepto idílico de ‘economía colaborativa’ está dando paso a una realidad que, como casi siempre, deja ‘víctimas’ en el camino.
-Escándalos como el de Airbnb en Barcelona, los conflictos del sector del Taxi y Uber, la huelga de los trabajadores de Deliveroo, parece que el concepto de Economía Colaborativa también tiene sus aristas…
-J. L. Crespo: Realmente nunca ha habido relación idílica entre algunas empresas que se dicen encuadradas dentro de la llamada economía colaborativa, que necesitan la utilización de numeroso personal en tareas de baja productividad, y la fuerza laboral que utilizan. Lo que ha habido ha sido un desconocimiento por parte de la sociedad de las condiciones en las que se ha ido desempeñando el correspondiente modelo de negocio. Esta situación ha empezado a ser conocida ahora, cuando colectivos más numerosos se han visto en mayor medida afectados. Los trabajadores que prestan sus servicios ¿qué categoría tienen? ¿son prestadores de servicios, trabajadores autónomos, trabajadores autónomos económicamente dependientes? Se puede maquillar la realidad como se quiera pero, en mi opinión, en numerosas ocasiones son empleados por cuenta ajena. Esta posible adulteración de la realidad de las relaciones laborales es la que puede empezar a poner en peligro algunos equilibrios sociales esenciales, entre los que están los marcos de las relaciones laborales y empresariales.
-¿Dónde falla el nuevo sistema de relaciones laborales? ¿La legislación laboral está preparada para enfrentarse a estas nuevas relaciones del trabajo o ya están tardando en afrontar la reforma?
-F. Giner: No falla. Lo que ocurre es que es otro sistema. La plataforma tecnológica no tiene trabajadores para prestar un servicio, porque no puede garantizar unos flujos continuos de ingresos. Su objetivo principal no es captar clientes, utilizan un proceso de intercambio que facilita una relación: ‘tú, trabajador, puedes ofrecer un servicio turístico, un transporte, o lo que sea; pues bien, yo te pongo en contacto con quien te lo puede demandar’. Nadie obliga a ningún trabajador a prestar el servicio. Los trabajadores se adhieren de forma voluntaria y cumplen las condiciones de las plataformas digitales. La economía colaborativa destruye definitivamente el concepto de trabajo fijo y salario fijo. Es otra cosa. Tenemos que tener muy claro que estamos ante una revolución del sistema laboral; la legislación laboral, como siempre, llega mal y tarde, y no puede intervenir de manera tajante. Si lo hace, destruiría el modelo laboral del siglo XXI. Pan para hoy y hambre para mañana.
-J. L. Crespo: El problema es que el sistema de relaciones laborales no está definido todavía. Esto es lógico porque las leyes en la regulación de la vida económica deben tratar de dar un cauce a las situaciones que se vayan creando y no al revés. La cuestión es que cualquier actividad económica debe cumplir escrupulosamente el marco legal existente. Lo que debería ser más ágil es la actuación de la inspección de trabajo y de la inspección de Hacienda cuando puedan existir dudas de cumplimiento normativo. Otro problema es que a la hora de regular estas nuevas situaciones, el legislador se enfrenta a circunstancias completamente nuevas y que implican a empresas muy poderosas internacionalmente. Estas corporaciones pueden tener mayor poder en la orientación de la articulación de la normativa que el que, en su caso, pudiera ser deseable en beneficio del conjunto social.
-¿Son las plataformas digitales que gobiernan la nueva economía el gran enemigo de los trabajadores del presente?
-Giner: No, ni mucho menos, pero debemos ser conscientes de que el sistema laboral se está partiendo. Hay datos que indican que la clase laboral intermedia está desapareciendo: quedan trabajos poco cualificados y trabajos altamente cualificados. Los menos hábiles, los menos cualificados, serán los más afectados por este nuevo sistema de trabajo. Pero eso ha pasado en la historia de la economía desde que el mundo es mundo…
-Crespo: No, en absoluto. Las plataformas digitales son un fabuloso instrumento que favorece el desarrollo de la economía colaborativa. Pero además, al mismo tiempo (y completamente al margen de la economía colaborativa) las plataformas digitales son un instrumento que sirve para el perfeccionamiento del funcionamiento de la economía de mercado. En definitiva, son un instrumento que puede favorecer la libre competencia, esencia de nuestro sistema económico y motor de nuestro desarrollo. El problema es cuando a través del instrumento se desarrollan actividades perfectamente legítimas pero que en alguna medida en su desarrollo puedan estar evitando o bordeando el necesario y estricto cumplimiento de alguna normativa laboral, mercantil, tributaria o del tipo que sea, de tal forma que se esté desvirtuando la competencia en igualdad de condiciones con otros operadores, o se afecte a los derechos laborales, las obligaciones tributarias o intereses sociales.
-Recomendaciones para futuros trabajadores…
-F.Giner: A partir de ahora los futuros empleados deben aprender a gestionar de forma personal su formación y su vida profesional. El sistema tal y como lo conocemos va a dejar de existir y tenemos que adaptarnos a las nuevas realidades. La formación debe ser permanente y ajustada a un sistema económico donde cada uno tiene que encontrar su hueco profesional.
Fuente: Uah.esnoticia.Diario Digital