En este título, en estas tres palabras, se puede condensar algunas claves para lograr más felicidad en la vida. Veamos como estas tres realidades están interconectadas y como se manifiestan en la propia vida.
El mundo emocional está íntimamente relacionado con la racionalidad, pues los sucesos que afectan al ser humano son interpretados por la razón y de acuerdo con esta visión se produce una respuesta determinada. Dos personas van en un avión cuando de repente se escucha un ruido fuerte, como resultado del cual una de ellas entra en pánico y a otra, por el contrario, se le ve tranquila y sosegada. ¿Qué ocurre? La primera asocia el ruido a una noticia que leyó hace poco tiempo que a veces hay pájaros que chocan con las hélices y hay peligro. La otra persona piensa que el piloto acaba de sacar el tren de aterrizaje y de ahí el ruido. Es la mente la que provoca una emoción u otra.
Hablemos primero de la afectividad humana en relación con los otros dos componentes de la personalidad aquí mencionados. La afectividad es el conjunto de manifestaciones interiores y exteriores con las que el psiquismo responde a estímulos de personas, situaciones y cosas. La estructura afectiva de la persona humana se ha estructurado tradicionalmente en torno a tres realidades: emociones, sentimientos y pasiones.
Las emociones son estados de la afectividad humana caracterizadas por ser intensos, de corta duración y que suelen venir acompañados de repercusiones corporales. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando nos asustamos ante la posibilidad de un impacto yendo en un vehículo; el pulso se acelera, la piel se afecta o la voz se altera.
Los sentimientos, en cambio, presentan menos intensidad psíquica, tienen más larga duración y no suelen existir manifestaciones externas. Y las pasiones son otros estados afectivos que tienen elementos de los dos anteriores- Son intensos como las emociones y de larga duración como los sentimientos, y las manifestaciones físicas pueden existir o carecer de ellas.
Sobre los sentimientos no se actúa directamente, sino que se llega a ellos a través de caminos indirectos como los pensamientos y la conducta. El mundo emocional cambia a través del manejo de los pensamientos y de la conducta. Una forma de pensar pesimista, negativa, trágica, dominante, absolutista… producirá emociones y sentimientos negativos. Y, al contrario, pensar de modo positivo y realista ayudará a tener serenidad y objetividad. También se influye sobre los sentimientos, obligándose, en cierta medida, a hacer lo que se debe hacer, aunque no exista la disposición inicial de hacerlo. El lenguaje y una conducta como hablar, reír, vestirse, etc., suelen producir un cambio metabólico que cambia el estado de ánimo.
El único responsable de los propios sentimientos es uno mismo. Las demás personas, los acontecimientos y las cosas inciden en ellos, pero no son los responsables de mi estado emocional. En eso consiste la responsabilidad emocional. El ser humano, al ejercer su capacidad de decidir el lenguaje, la forma de pensar y la conducta, puede manejar sus sentimientos. Estas ideas son una llamada a involucrarnos en la propia educación, de tal suerte que lleguemos a poseer una inteligencia emocional desarrollada.