Decía Chesterton en su obra Ortodoxia (1908) “La razón por la cual los ángeles pueden volar es porque no se toman a sí mismo muy en serio”. Aquí radica uno de los aspectos más importantes, más liberadores y valiosos de afrontar la vida con buen humor: poder volar, es decir, asumir y ponderar lo que nos ocurre con una actitud positiva y optimista
Se habla de “buen humor” cuando alguien es propenso a estar alegre, mientras que se menciona el “mal humor” cuando la actitud es negativa o el sujeto se irrita con facilidad. Existe un mito extendido que afirma que tener sentido del humor equivale a saber contar chistes. Otro mito que considera que hay gente que nace con el don de ser ‘gracioso’ y otros sin él. Todos pueden poseer dosis de buen humor. Esta actitud puede aprenderse, incluso entrenarse. El humor se manifiesta en cualquier momento del ciclo vital de las personas (incluso en el lecho de muerte
La risa y el buen humor es la mejor y más barata de las medicinas y combate, cuando menos, el mal humor. Un ambiente familiar sano necesita de la presencia del humor positivo en la vida cotidiana, en cualquiera de sus formas. A los niños les encanta reír y les encantan las bromas Lo descubren de forma espontánea pocas semanas después del nacimiento. Esa primera sonrisa despierta en nosotros la mayor de las ternuras y los mejores sentimientos. Durante toda la infancia, la risa le acompañará y llenará el hogar de uno de los sonidos más bellos
El sentido del humor también se constituye en una estrategia maravillosa para poder ser asertivos y expresar nuestra opinión, cuando no coincidimos con el discurso del otro o su actitud nos está haciendo daño, y la razón es muy sencilla, el otro no nos va a percibir como un contrincante y puede que activemos su capacidad de escucha, de reflexión y rectificación.
Vamos a intentar activar nuestro sentido del humor, aportemos cordialidad a las relaciones sociales y confiemos en el beneficioso efecto de la alegría, en nosotros y en los que nos rodean. Poseemos esta capacidad desde el nacimiento, incluso siendo sordos o ciegos sin haber escuchado ni visto a nadie reírse. Estar de buen humor no cuesta demasiado y será muy gratificante tanto para nosotros como para nuestra familia y amigos. Atrevámonos a ser divertidos, seamos capaces de reírnos de nuestros propios errores y de nuestras propias incapacidades, cómo crecer y mejorar como personas, sin perder el sentido del humor.
Este artículo sed publicó en Woman Essentia y en el diario de Almería