¿Es necesario planificar las vacaciones?

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Dentro de pocos días van a acabar las clases y exámenes de niños y jóvenes. Por esto, las familias ya están empezando a pensar en cómo organizar este nuevo período estival, sobre todo cuando hay muchos días en los que los padres todavía trabajan, buscan, principalmente, más apoyo de abuelos o familiares, colonias urbanas, campamentos, campos de trabajo, cursos de formación complementaria, etc. Al mismo tiempo, desean encontrar el lugar idóneo y la mejor forma de disfrutar de unas merecidas vacaciones familiares.

Las vacaciones en familia deben servir para que todos sus miembros descansen y disfruten, pero también para pasar más tiempo juntos, reírse, conversar, conocerse más, para poder ayudarse más, (…). Para esto, es esencial que todos los miembros de la familia vayan a una, que se sientan responsables y colaboren en la medida de sus posibilidades para lograr que el resto disfrute de unas vacaciones inolvidables. Los hijos deben ser conscientes de que sus padres necesitan descansar, que deben tener algún rato para ellos, aunque esto suponga, en algunos casos, que los hijos mayores deban cuidar de los menores. Si todos reman en la misma dirección, el pasarlo bien está garantizado para todos.

Además, dado que estamos inmersos en el mundo digital, una de las primeras propuestas familiares debería ser la desconexión digital, para lograr estar más pendientes unos de otros y vivir esos días convencidos de que constituyen una necesaria inversión familiar, de cuyos frutos nunca nos vamos a arrepentir, ya que la familia es el pilar fundamental del desarrollo psíquico y afectivo de todos.

Una vez elegido el sitio, la duración, el transporte y las demás cosas materiales necesarias para pasarlo bien, sería bueno que los padres pensasen en las ideas clave para lograrlo o en las metas que quieren conseguir para sí mismos y para sus hijos.

También, parece necesario el establecer un horario, ya que para poder hacer planes juntos se requiere un mínimo de orden y organización. Las actividades familiares se pueden planificar, con antelación o no, atendiendo a los gustos de todos: excursiones, visitas a lugares de interés, deporte, paseos, juegos, (…). Todos los planes facilitan el conocimiento propio y ajeno de los miembros de la familia, de quererse más, (…) y, en definitiva, son una ocasión para cada uno de ser feliz y hacer felices a los demás.

Para lograr un buen ambiente familiar hay que esmerarse en el cuidado de cosas pequeñas o de buenos hábitos, como puede ser el orden en las cosas personales y en las comunes, la generosidad a la hora de realizar alguna tarea o al ceder en los gustos, la gratitud, (…). La práctica de estas dos últimas virtudes es muy necesaria, ya que vivimos en una sociedad individualista y en la que predomina el convencimiento de que tenemos derechos, pero no obligaciones, y cabe recordar lo que dice un refrán: “es de bien nacidos, el ser agradecidos”.

Se pueden tener unas excelentes vacaciones sin hacer grandes dispendios, ni grandes planes, sino que basta disfrutar de pequeñas cosas, como, por ejemplo, tomar un helado, montar una barbacoa, pasear en bici o en barco, asistir a un concierto, ver una película, jugar, charlar, etc.

Cada uno de los miembros de la familia debe combinar sus planes y sus metas personales con los familiares, aunque estoy convencida de que todos deberían sacar tiempo para leer, para practicar algún deporte, para rezar, etc. Si algunos miembros de la familia tienen habilidades o conocimientos, como puede ser el dominio de un idioma, estos pueden ayudar al resto organizando actividades lúdicas o pequeños repasos para aprender o mejorar ese idioma. En este punto, me atrevo a mencionar que hay algunos pueblos españoles en los que se organizan cursos de idiomas o campamentos familiares de verano, “Hablar y vivir”, (Speakandlive).

Si en el lugar de las vacaciones elegido se coincide con familiares o amigos, se les puede visitar o invitar a que se unan a alguno de los planes de nuestra familia. Estas ocasiones nos ayudan a no vivir centrados en nosotros mismos, ya que, sin duda alguna, las relaciones familiares y de amistad nos ayudan a ser mejores personas. Las familias deberían hacer planes con otras familias, cuyos proyectos de familia sean similares, sobre todo cuando tienen hijos adolescentes o hijos que estén pasando por alguna situación más problemática y así puedan tener amigos con principios similares a los de su propio grupo familiar. Además, también se puede aprovechar para hacer alguna actividad de solidaridad en familia, como puede ser ir a visitar a niños, enfermos o ancianos, o ir un rato al banco de alimentos, etc.

La planificación de las vacaciones no debería quedar al albur de estas, sino que debería formar parte del proyecto propio de cada familia. De esta forma, el proyecto irá “viento en popa, a toda vela”.

Por otra parte, durante el resto de los días de la época estival, en los que los padres deben trabajar, los hijos deberían aprovechar para mejorar alguna de sus habilidades, reforzar conocimientos de algunas materias o formarse en materias no curriculares, necesarias para llegar a ser personas maduras e integras.

Tomasa Calvo

Catedrático de Universidad

Artículo publicado en El Confidencial Digital

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