Primero, diseñan y producen etiquetas personalizadas para marcar todo lo que a uno se le pueda ocurrir, desde un chupete, a una mochila o una prenda de vestir. Después, las venden y distribuyen a través de Internet a todo tipo de empresas, colectivos y particulares. Las madres son sus principales clientes. Esa es la actividad de The Stikets Company, una empresa creada por Stephanie Marko, una norteamericana tan integrada en Cataluña que se expresa mejor en catalán que en castellano, y su amiga María José Rivas.
A día de hoy, estas dos empresarias llevan más de 50.000 pedidos y cinco millones de etiquetas entregadas. “Hemos invertido mucho dinero y esfuerzo en optimizar nuestro sistema de producción de etiquetas para que los clientes tengan sus pedidos lo más rápido posible”, indica María José.
Cuando ambas socias miran atrás y recuerdan lo complicados y peculiares que fueron los comienzos de The Stikets Company, no pueden por menos que sonreír. Según Stephanie, “fueron nuestros propios hijos quienes, implicándose mucho en el proyecto, llevaron las etiquetas que diseñábamos pegadas a la ropa y al material escolar. Esto nos sirvió para ver cuál funcionaba mejor. También otras madres probaron nuestros productos, lo que nos permitió hacer un estudio de mercado de bajo coste, pero muy efectivo”.
Stephanie y María José comenzaron a montar su empresa en 2010 en el garaje de la casa de la primera. Stephanie explica que “aquella fue la mejor manera de compaginar el cuidado de nuestros hijos con nuestro trabajo”. Invirtieron los 30.000 euros de ahorros que ambas tenían, “no quisimos endeudarnos, así que lo que hicimos fue poner muchas horas de trabajo. Hicimos muchas pruebas hasta que dimos con vinilo y un tejido termosoldable que nos convenció plenamente”.
El espacio pronto se quedó pequeño, así que decidieron trasladar The Stikets Company a su actual ubicación, una nave en el centro de Igualada donde trabajan ocho personas. Además, como señala Stephanie, “las madres siguen siendo nuestras mejores clientas”, pero los consumidores han ido descubriendo otros muchos nuevos usos para las etiquetas de la compañía. Un curioso encargo que les hicieron, cuentan, fue el de un hotel que nos pidió etiquetas para marcar los secadores de las habitaciones.