¿Feminista o femenina?

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Es evidente que los movimientos feministas han logrado que la mujer gane en derechos y pueda realizarse en lo profesional. También lo es que la identidad femenina existe y así ha sido reconocida y celebrada por pensadores e intelectuales de todas las épocas y tendencias. Sin embargo, los defensores del actual feminismo «de género» (según el cual la feminidad y la masculinidad son construcciones sociales y, en consecuencia, los seres humanos somos neutros o sexualmente polimorfos) han logrado que muchas personas asuman la idea de que ocuparse de la casa, ser esposa y madre es atentatorio contra la dignidad de la mujer, algo humillante que la degrada, esclaviza e impide desarrollarse en plenitud.

Esta opinión distorsiona la imagen de la mujer y de la vida familiar, pues pretende una organización de la vida profesional como si las mujeres no fueran madres y como si los trabajadores no tuvieran obligaciones familiares; provocando así un cambio de mentalidad sobre la importancia real de la maternidad, tanto para la mujer en sí, como para la institución familiar, base incuestionable de la sociedad.

María Calvo en su libro La mujer femenina, describe el nacimiento de un nuevo feminismo. Mujeres que han demostrado sobradamente que son tan capaces como cualquier varón de llegar a lo más alto de la carrera profesional con brillantez y eficacia, y que no quieren disfrazarse de hombres, asumir roles masculinos, ni emular sus actitudes y conductas; sino ser ellas mismas.

Flexibilidad, imaginación e intuición, expresividad emocional, empatía y afectividad; consenso, pragmatismo y capacidad de improvisación, son algunas de las habilidades sociales innatas de la mujer —casi todas acentuadas por la maternidad— que, según los expertos, serán valores en alza prácticamente en todos los sectores de la economía del siglo XXI. Con estas capacidades, las mujeres han logrado ya una fuerte presencia en las ocupaciones y profesiones de servicios.

Es necesario reivindicar una actividad profesional que se adapte a la condición femenina y no al revés. El nuevo feminismo defiende unas condiciones laborales favorables, específicas para la mujer y, por tanto, no idénticas a las de los hombres; con una especial atención a la maternidad. La mujer solo alcanzará su plena realización existencial cuando se comporte con autenticidad y coherencia respecto de su condición femenina. Porque para la mujer, ser mujer lo es todo.

Este artículo se publicó en el Diario de Almería

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