He estado pensando las posibles motivos sobre por qué hay pocos comentarios de la entrada anterior. Se me ocurren varios motivos, sin embargo los dos más importantes son los siguientes. En primer lugar que los principales lectores de este blog están con el síndrome del examen. Ya no están para nada y para nadie. Leen y releen apuntes y cada vez están más nerviosos, pero como les cuesta pensar, es muy difícil que consulten el blog y casi imposible redactar un comentario.

Escribir con sentido, requiere saber pensar y saber leer. Además, para pensar hay que pararse a pensar. Por tanto, como no paran de preparar exámenes, les cuesta hacer comentarios.

Un reciente libro del periodista austriaco Gerald Reischl, “El engaño Google” (Die Google Falle), no deja demasiado bien a los usuarios compulsivos de Google. Esto no ocurre con todos. Por ejemplo, un alumno y amigo acaba de leer un artículo y me envía un correo con un resumen que ha reenviado a sus amigos, para que lo lean y lo entiendan con más facilidad. El tema es importante para el futuro profesional de los universitarios, por eso tiene tanto interés en que sus amigos conozcan su contenido.

Hay buenos amigos que nos quieren ayudar, pero como somos libres, podemos aceptar o rechazar su ayuda.