Las mujeres se están lanzando más que los hombres a montar un negocio; y sus empresas sobreviven mejor. Así lo reflejan varios estudios mencionados por María Cuesta en un reportaje del diario ABC. Pero el emprendimiento femenino se topa con un obstáculo: sus proyectos atraen a menos inversores.
Cuesta constata que hoy “los negocios siguen siendo territorio masculino. El 30% de todas las empresas existentes a nivel mundial –desde los pequeños comercios hasta las grandes compañías– son propiedad o están gestionadas por una mujer, de acuerdo con el informe Women in Business and Management Gaining Momentum, publicado por la Organización Internacional del Trabajo. Una cifra que contrasta con el hecho de que, en Europa, el 52% del total de la población son mujeres”.
Pero “la garra femenina” para emprender está fuera de dudas; su espíritu empresarial se plasma en una variedad de iniciativas recogidas en el reportaje: Trip4Real, una plataforma que ofrece a los viajeros la posibilidad de conocer una ciudad de la mano de sus ciudadanos; Soysuper, una web que facilita la compra online en supermercados; FamiliaFácil, un buscador de servicio doméstico; Rusticae, una web especializada en hoteles rurales con encanto…
El resultado de este empuje es que ahora ellas son las que más negocios ponen en marcha: tres de cada cinco empresas creadas en el mundo en 2014 fueron impulsadas por mujeres, según el informe SEE Women Entrepreneurship: Best Practices 2014, publicado por el Gender Task Force.
Y sus proyectos también son más viables: “Mientras el 17% de los hombres fracasaron con su primera startup, en las mujeres esta tasa se reduce al 11%, según la encuesta realizada por Kleinworlt Benson y YouGov en 2015 entre 500 hombres y mujeres de negocios norteamericanos”.
Paradójicamente, la mayor inversión se la siguen llevando los hombres: “Según los cálculos de la consultora Ernst&Young, si se financiase a las mujeres al mismo ritmo que a los hombres se crearían 6 millones de puestos de trabajo en la Unión Europea en los próximos 5 años”.
¿Qué hay detrás de esta brecha? La periodista señala algunos factores, aunque sin concluir nada definitivo. Está la inercia de la discriminación laboral de la maternidad: una de las emprendedoras cuenta que “hubo inversores que le preguntaron sobre sus planes de embarazo antes de apostar por su empresa”.
Otro testimonio apunta que las mujeres “son más modestas a la hora de vender sus proyectos”; una modestia que también les puede jugar una mala pasada en los empleos convencionales, cuando llega el momento de pedir un aumento de sueldo o una promoción (cfr. Aceprensa) Otras veces es la falta de visión de los hombres para detectar una oportunidad de negocio que sí ven las mujeres.
De todos modos, más que un obstáculo, la maternidad y el deseo de conciliar familia y trabajo han sido para muchas “el trampolín para atreverse a dar el salto”, escribe Cuesta. Y el salto no es al vacío, porque, como le explica un inversor, “ahora hay dinero para arrancar nuevos proyectos, lo que falta son fondos para cuando las cosas te han ido bien y necesitas una financiación superior, de entre 2 y 5 millones”.
Fuente: Aceprensa
1 comentario en “La garra del emprendimiento femenino”
Cómo mujer no sólo me afecta si no que también me indigna que sigan pasando estas cosas en pleno siglo XXI. Claro que las mujeres que quieran ser madres se ausentarán más tiempo en su puesto de trabajo, ya que al dar a luz tendrá una baja mayor que los hombres o cuando tenga que acudir al médico hacerse las revisiones correspondientes, pero eso no quiere decir que vaya hacer peor su trabajo o que su rendimiento sea menor, es que entonces cuál es la intención de la sociedad, ¿que las mujeres renuncien a la maternidad por poder conseguir un puesto de trabajo o una financiación para un proyecto? Si ésto llega a ocurrir, la maternidad descendería y por lo tanto la sociedad envejecería aún más, ¿cómo se iba a sostener el pago de las pensiones?, y sobre todo ¿Cómo se va a repoblar el planeta?
Respecto al tema de la modestia que se habla en el artículo , no creo que sea algo malo, si no todo lo contrario, creo que lo que genera es mayor confianza en e producto y en la empresa, es decir, si cuando vas a comprar un producto el vendedor te dice las características reales, las ventajas y los inconvenientes, el cliente se siente satisfecho porque siente que le están diciendo la verdad y no le están engañando, por lo tanto le generará confianza. En mi opinión la modestia no es ningún problema.
Vivimos en una sociedad en la que por más que nos empeñemos en conseguir la igualdad entre hombres y mujeres y no lo conseguimos, ya que muchas veces tratando de buscarla se genera una desigualdad negativa respecto a los hombres, como pueden ser en el caso de los divorcios y las custodias compartidas.
Rocío González Bustos
Alumna de Marketing y Servicios
Universidad de Alcalá