¿Puede ser humilde un directivo? Bueno, no solo puede, sino que debe serlo. Al menos eso es lo que he tratado de explicar en un artículo publicado en el Journal of Business Ethics, titulado “La humildad en la dirección” (aquí). La humildad no tiene buena prensa en el mundo de la empresa; parece que un directivo humilde debe ser apocado, tímido, algo cobarde, que se arruga ente los demás, que no sabe tomar decisiones… un mal líder, vamos. Pero planteémoslo de otra manera.
La humildad nos lleva a conocernos como somos (“humildad es andar en verdad”, decía Santa Teresa de Ávila). No deja que nos engañemos resaltando nuestras capacidades y realizaciones, ni subrayando nuestras deficiencias. Nos ayuda a valorar a los demás por lo que son, sin rebajarlos ni ensalzarlos, porque no planteamos las relaciones como una competición que afecta a nuestro ego. Nos abre a la opinión de los otros, que nos ayuda a conocernos mejor. Pensemos en el comportamiento de un directivo humilde en un equipo de trabajo: cómo escucha a los demás (que deben tener algo bueno que decir, ¿no?), cómo sopesa sus opiniones, cómo les anima a aportar, cómo delega, cómo admite sus errores y cómo asume los errores de su equipo, cómo reconoce los méritos de su equipo cuando llegan los éxitos…
Sí, un directivo humilde será, probablemente, un buen directivo. Claro que las vías por las que esto se pone de manifiesto son demasiado personales, de modo que, por ejemplo, no me parece correcto decir que un directivo humilde tendrá mayores beneficios; esto puede ser asi, o no, y la calidad profesional, humana y moral del directivo no depende de la cuenta de resultados. Ni de la opinión de los demás.
En el articulo ofrezco algunas ideas para desarrollar la capacidad de ser humilde. Y llego a una conclusión que siempre me ha parecido importante al tratar de las virtudes: solo el que se atreve a lanzarse a practicarlas entenderá por qué son buenas para él, para los demás, para la empresa y para la sociedad. Mientras uno siga mirando las cotizaciones de la bolsa como criterio de éxito, o mientras uno siga pensando en cómo le valoran los demás como lo más importante para su carrera, más difícil le resultará entender por qué ha de ser humilde. A lo más, buscará aparentar ser humilde… y el fracaso está servido.
Fuente: Blog de Economía, Ética y RSE
Para más información, puedes descargar aquí el documento de Antonio Argandoña titulado «Reputación y humildad en la Dirección de Empresas«
2 comentarios en “La humildad en la dirección de empresas”
En primer lugar definir la palabra humilde. La humildad es la virtud que consiste en conocer las propias limitaciones y debilidades y actuar de acuerdo a tal conocimiento, es decir, la capacidad de restar importancia a los propios logros y reconocer sus errores.
Respecto a la entrada de este blog, estoy de acuerdo en que ha de serlo como bien dice el artículo introducido. Pero el ser un directivo humilde tiene sus ventajas y desventajas.
Las ventajas de ser humilde, favorece en gran parte a los empleados ya que el directivo se pone en la piel de la otra persona y sabe entenderle, comprenderle, escuchar sus opiniones, en general tiene un trato mucho más cercano, que da mucha más confianza a los trabajadores.
Pero como desventaja, por ejemplo si un empleado ha cometido un fallo o no hace bien su trabajo el directivo puede darle otra oportunidad a la hora de ser humilde pero no está mirando en este caso por la empresa y su funcionamiento ya que ese fallo puede acarrear problemas.
Excelente post y excelente artículos del IESE.
Está claro que la humildad y el liderazgo han sido hasta nuestros días dos cosas totalmente incompatibles, puesto que se cree que por ser humilde es sinónimo de ser una persona blanda. Está claro que tenemos una concepción errónea de este concepto. Como toda virtud debemos cultivarla y practicarla desde ahora, para que el día en que ocupemos un cargo de responsabilidad sepamos ser humildes en nuestras organizaciones y podamos identificar los aspectos tanto positivos como negativos dentro de nuestra organización. Es curioso como un concepto que se tenía tan claro en la antigüedad se ha ido distorsionando con el paso del tiempo, sin embargo tenemos el deber de recuperar el antiguo concepto de humildad y aplicarlo en nuestras vidas.
Me quedo con la frase que sintetiza el concepto de humildad: «El humilde debe se ambicioso en la búsqueda y humilde en la llegada.» Taylor 2011.