La Obsolescencia Programada y el Consumismo

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Muchos objetos de uso cotidiano duran poco, no se reparan o ni siquiera tienen arreglo: simplemente se sustituyen por otros nuevos. Se ha impuesto el usar y tirar en móviles, ropa, electrodomésticos… que se amontonan luego en los centros de reciclaje. Para reducir el despilfarro, algunos países empiezan a restringir lo desechable o imponen mayores garantías para el consumidor. Mientras tanto, crece un mercado de productos caros y de alta calidad, bajo la promesa de una larga duración.

«Cada historia tiene un comienzo, pero pocas veces se le puede poner una fecha exacta. La de la obsolescencia programada, por increíble que parezca, sí tiene un punto de partida exacto. El 23 de diciembre de 1924 se reunieron en Ginebra los principales fabricantes mundiales de bombillas, entre ellos compañías como Osram, Phillips o General Electric. Allí firmaron un documento por el que se comprometían a limitar la vida útil de sus productos a 1.000 horas, en lugar de las 2.500 que alcanzaban hasta entonces. El motivo, claro está, era lograr mayores beneficios económicos. Había nacido el primer pacto global para establecer de manera intencionada una fecha de caducidad a un bien de consumo».

El párrafo anterior es el comienzo de un reportaje que publicó el Pais. El título es muy significativo «Obsolescencia programada: A los productos fabricados para romperse se les va a acabar el cuento«. Se comentan algunas iniciativas dirigidas a reducir o eliminar la Obsolesciencia programada. El reportaje incluye el vídeo siguiente:

El Pais también ha publicado otros reportajes sobre el mismo tema. Por ejemplo: «Programados para caducar«. También en este blog, ya hemos dedicado diversas entradas sobre la obsolescencia programada. Algunas hacen refrencias a marcas concretas. Por ejemplo: «Appel y la obsolescencia programada» o «Las impresoras HP y la obsolescencia programada«.

Puede interesarte leer artículos más de fondo, como «¿Comprar solo una vez?» o «Comprar, tirar, comprar«. Este último, incluye un programa de TV que es un documental de Cosima Dannoritzer sobre obsolescencia programada, es decir, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo.

Te aconsejo leer un artículo de El Pais sobre «La batalla de los fabricantes de impresoras por acabar con los cartuchos ‘ajenos’«

2 comentarios en “La Obsolescencia Programada y el Consumismo”

  1. Jorge de las Heras

    En los artículos mencionados en el texto anterior hace referencia a la posible desaparición de este tipo de comercialización. En mi opinión, este sistema de producción/venta de productos no ha llegado a su fin ni llegará, solo se supervisará. Actualmente contamos con tecnología que cuando se llevaron a cabo los primeros ejemplos de “obsolescencia programada” no tenían, y por lo tanto somos capaces de saber con mayor exactitud el momento en el que un producto va a dejar de funcionar. El problema viene cuando en la actualidad contamos con un modelo de negocio a escala mundial que se basa en la obsolescencia programada, por lo que, si cambia este modelo de golpe, muchísimas empresas entrarán en quiebra debido al modelo de competencia que se ha creado. Hay demasiadas empresas compitiendo con los mismos productos y unos consumidores limitados que tendrían productos de larga durabilidad. El artículo “Programados para caducar” de EL PAIS se indica que, “el Parlamento Europeo aprobaba (con 662 votos a favor y 32 en contra) el Informe sobre una vida útil más larga para los productos, instando a la Comisión Europea a que adopte medidas.”, es decir, saben que en la actualidad es imposible quitar la fecha de caducidad de los productos, y por lo tanto se tomarán medidas para controlarlo pero no se eliminará.

  2. DAVID MARTIN LOPEZ

    La obsolescencia programada es quizás una de las realidades más importantes de la fabricación de productos. Cualquier producto que presente estas deficiencias que aceleran su deterioro y que acortan su vida útil. (Desde las primeras bombillas que utilizaron estas técnicas hasta nuestros días.)

    La pregunta que debemos hacernos es ¿ES POSITIVA LA OBSOLESCENCIA PROGRAMADA? Desde la mentalidad del consumidor, la obsolescencia programada se puede ver como un lastre hacia la economía doméstica, que obliga a las familias a afrontar gastos de forma periódica. Además, la obsolescencia programada provoca la utilización de un mayor número de recursos debido a la necesidad de incrementar la producción, lo que daña el entorno natural, contamina la atmósfera y agota recursos. Desde una perspectiva sostenible, la obsolescencia programada es un gran peligro para el planeta. Se podría deducir que esta “caducidad” preestablecida de los productos es evidentemente un problema del actual sistema económico y que necesita de una solución.
    Sin embargo, la cosa cambia desde la visión de las empresas productoras. La obsolescencia programada no tiene otro fin que acortar la vida del producto para obligar al consumidor a comprar un sustituto, lo que aumenta los beneficios de las empresas. Por tanto, la obsolescencia programada es necesaria para mantener la actividad económica y, de ese modo, los puestos de trabajo de la población. Desde mi punto de vista suprimir la obsolescencia programada tendría consecuencias devastadoras para el modelo de vida tal y como lo concebimos hoy en día. El aumento de la duración del producto conllevaría un retraso de su sustitución y, en consecuencia, los ciclos de producción que provocarían el cierre de empresas, el despido masivo de trabajadores, una crisis social y decrecimiento económico. En definitiva, la obsolescencia programada es necesaria para mantener un sistema liberal y capitalista. En conclusión, los productos que duran toda la vida existen, pero no interesan y en base a esto surgen dos consecuencias: cada día se consumen más recursos y cada día hay más basura.

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