En un mundo donde la conexión constante a través de dispositivos digitales se ha convertido en la norma, la desconexión se ha transformado en un acto revolucionario. Vivimos en una era en la que la línea entre lo online y lo offline se desdibuja cada vez más, afectando nuestras relaciones, nuestra salud mental y, en última instancia, nuestra calidad de vida. Desde este contexto, surge la necesidad imperiosa de redescubrir el valor de la vida fuera de línea.
Marian Rojas, una voz destacada en el ámbito de la psiquiatría y la neurociencia, ha subrayado en múltiples ocasiones la importancia de ser conscientes del tiempo que dedicamos a nuestros dispositivos. Cada vez que recibimos una notificación, nuestro cerebro experimenta un pequeño estallido de dopamina, una sustancia química que nos recompensa y nos mantiene atados a las pantallas. La autora no se limita a advertirnos sobre los peligros de la hiperconectividad, sino que también ofrece soluciones prácticas para gestionar nuestro tiempo online de manera más efectiva.
Uno de los consejos más relevantes que Rojas comparte es la activación de medidores de tiempo en nuestros dispositivos. Estas herramientas nos permiten tener un control real sobre el tiempo que invertimos en aplicaciones digitales, ayudándonos a establecer límites saludables. No se trata de demonizar la tecnología, sino de usarla con conciencia y propósito, reconociendo que cada minuto en línea es un minuto que no se dedica al mundo real.
En el contexto de la mujer y la sociedad, este mensaje cobra una relevancia particular. Las mujeres, que a menudo equilibramos múltiples roles y responsabilidades, podemos beneficiarnos enormemente de un enfoque más consciente de nuestro tiempo digital. Al desconectarnos podemos reenfocarnos en nuestros objetivos personales y profesionales, en nuestro bienestar emocional, y en las relaciones que realmente nos importan.
Redescubriendo el equilibrio digital en la sociedad moderna, la vida offline no es una mera nostalgia de tiempos pasados, sino una necesidad contemporánea para mantenernos en un mundo sobresaturado de información. En lugar de ser esclavos de la tecnología, podemos empoderarnos, utilizando el tiempo offline para nutrir nuestro crecimiento personal. Así, el acto de desconectarse se convierte en un poderoso recordatorio de que la verdadera conexión, la que realmente enriquece, es la que ocurre fuera de la pantalla. ¿Qué opinas tú? ¿Desconectas?
Artículo publicado en el Diario de Almería