Vivimos rodeados de estímulos. Las pantallas, las notificaciones, las conversaciones constantes… todo parece diseñado para mantenernos ocupados, conectados, distraídos. Y, sin embargo, cada vez más personas buscan espacios de calma. Lo llaman mindfulness, meditación, desconexión digital. Lo venden en retiros, lo recomiendan en libros, lo promueven como fórmula de bienestar. El recogimiento se ha convertido en tendencia.
Pero la quietud no es una moda. Es una experiencia humana profunda, antigua, transformadora. No necesita etiquetas ni gurús. No se mide en minutos de concentración ni en likes. La introspección verdadera es esa que nos encuentra cuando todo lo demás se ha ido. Y a veces, llega sin que lo hayamos buscado.
En mi caso, la serenidad llegó como consecuencia de la pérdida. Soy viuda. No fue una elección, ni un camino previsto. Fue una ausencia que se instaló en casa, en las rutinas, en los espacios compartidos que ya no lo eran. Al principio, fue un vacío doloroso, lleno de preguntas sin respuesta. Pero con el tiempo, aprendí a convivir con ese nuevo estado.
Descubrí que el recogimiento también puede ser compañía. Que en él hay una forma de presencia distinta, más sutil. Que no todo lo que importa se dice en voz alta. En ese espacio de introspección encontré una nueva forma de estar, de mirar, de comprender. No fue fácil. Pero fue real.
Hoy, cuando veo cómo se habla del retiro interior como herramienta de productividad o como moda espiritual, me pregunto si no estamos olvidando su dimensión más humana. La pausa no es solo técnica, es vivencia. Es ese espacio donde podemos encontrarnos con lo que somos, sin filtros ni ruido. Donde podemos sanar, recordar, agradecer.
Muchas mujeres han vivido esa quietud en lo cotidiano, en lo invisible, en lo que no se cuenta. Han hecho del recogimiento una forma de resistencia, de cuidado, de fortaleza. Y ese legado, aunque no siempre se nombra, sigue vivo.
Quizá no se trata de buscar la calma fuera, sino de reconocer la que ya habita en nosotros. No como huida, sino como posibilidad. Porque en ese espacio de silencio interior, a veces, se revela lo esencial.
Publicado en el Diario de Almería

