Necesidades, Decisiones e Historia

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En mi adolescencia –y durante casi una década- tuve el privilegio de ayudar a vender en el mercado, al por mayor, de frutas y verduras del Born de Barcelona. Lo que aprendí me ha servido mucho en mi vida privada, en la profesional y en cómo intento hacerme una idea de la realidad política.

Sin embargo, décadas después, sigo preguntándome sobre los significados –y uso- de términos tales como precio, demanda y necesidades. Y no menos me intriga entender mejor cómo las personas conjeturan sus decisiones, cómo dan los saltos a la toma de decisiones y a la ejecución de las mismas. Y, de igual manera, me pregunto sobre cómo evaluamos “ex post” el resultado de nuestras decisiones. G. Myrdal ofrece una ayuda inestimable para entender la diferencia entre la realidad ex ante y la ex post que se asocia a una decisión.

Historia entendida como ilustración de un vivir –un elegir y un decidir- inmerso en la conjetura y no solo en el saber -¿conocimiento, información y similares? Un saber, frecuentemente, teñido de una sensación de certeza que resulta sorprendente cuando uno reflexiona sobre la propia historia y sobre lo que nos consta de las personas que conocemos.

Y todo esto, sin subestimar a Heráclito y su énfasis en las emociones, en contraste con el racionalismo griego y cartesiano.

Pero, aquí y ahora, a los expertos les planteo una pregunta simple: ¿En qué medida el marketing digital tiene en cuenta la historia de la persona en su transitar por el sendero de las elecciones y decisiones?

¿Por qué me lo pregunto? De lo que leo infiero que, con frecuencia, se suele hablar, por ejemplo, sobre necesidades (sic) y demanda como si fueren términos sin ambigüedades y empíricamente sin problemas de interpetación. En otras palabras, ¿Qué papel juegan la incertidumbre y la ignorancia parcial de los ciudadanos?

Historia en minúscula o individual e historia en mayúscula o macroeconomía igual ilustran lo que intento aprender: Así, uno se pregunta qué pasa con las necesidades cuando hay una crisis como las de 2008 o la de 1929. O qué se aprende de ellas, por ejemplo, en los comportamientos ahorradores, inversores y, en particular de endeudamiento.

Y siguiendo con la historia -y mientras uno se pregunta si en la política española “se hace camino al andar”- uno se pregunta si no se peca de simplista al considerar que los políticos son, predominantemente, los responsables de la situación actual. ¿Acaso, los ciudadanos no tenemos que ver con este desnortado panorama, al tener un batiburrillo en la cabeza –y en el corazón- sobre nuestras necesidades, derechos y creencias, conformadas a partir de lo que –generalmente con desigual rigor y contrastación empírica- nos sugieren pensadores, expertos y políticos?

De lo anterior, el mercado inmobilario es un ejemplo claro dónde los haya. ¿Qué quiere recordar el ciudadano de la última crisis inmobiliaria? La gran mayoría habían vivido una antes de la de 2008.

En suma, me pregunto qué enfoque aporta el marketing digital -que nada en una abundancia de información- a la toma de decisiones y al papel que juega en ellas la historia personal y la del mundo en el que uno vive.

Francisco Bosch, Director de Guadanalítica

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