«No me mueve, mi Dios, para quererte»

El Soneto a Cristo crucificado, también conocido por su verso inicial, «No me mueve, mi Dios, para quererte», es una poesía mística de autoría desconocida, escrita en España a finales del siglo XVI y publicada por primera vez en 1628.

Se desconoce su autor y se han señalado nombres muy variados, como santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, el franciscano fray Pedro de los Reyes y el agustino mexicano fray Miguel de Guevara, que lo incluyó en su obra manuscrita Arte doctrinal y modo general para aprender la lengua matlaltzinga en 1638.

Sin embargo, santa Teresa de Jesús no solía utilizar los metros largos; por otra parte, ni san Francisco Javier ni san Ignacio de Loyola escribieron ninguna obra poética de valor que pueda compararse a esta. Manuel de Montoliú defendió la tesis de que el autor del soneto pueda ser Lope de Vega.

 

No me mueve, mi Dios, para quererte
el cielo que me tienes prometido,
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

¡Tú me mueves, Señor! Muéveme el verte
clavado en una cruz y escarnecido;
muéveme ver tu cuerpo tan herido;
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme en fin, tu amor, y en tal manera
que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y aunque no hubiera infierno, te temiera.

No me tienes que dar por qué te quiera,
pues aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.

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