Nobleza de corazón

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Conocí a Fernando de Borbón y Medina, a través de su esposa María Vallejo con la que compartimos intereses profesionales. Por su discreta sencillez y afecto enseguida sintonizamos. Era un poco tímido, muy observador, no tenía palabra ociosa, callado, pero sabía escuchar con atención. Poco a poco, en las visitas a su casa, fui conociendo a la familia y a la familia ampliada. Casado con María, con la que estaba muy unido, se desvivía por sus hijos Sofía, Fernando y el pequeño Ignacio.

Una de las principales preocupaciones de Fernando era la educación y formación de sus hijos, teniendo siempre presente el futuro de cada uno de ellos. Los tres estuvieron en colegios donde la formación espiritual y humana son la clave de todas las actividades. Después seguía de cerca la evolución de cada uno de ellos. Su ilusión era que los tres realizarán un máster de prestigio, que les facilitara la mejor formación y el desarrollo de su proyecto profesional.

Fernando era de muy fácil conversación, había temas que con facilidad salían en nuestras conversaciones. Su amor a la patria, su lealtad a los principios y convicciones que orientaban su vida. Era un auténtico forofo del Sevilla C.F.

Hay personas que inspiran confianza, por su sencillez, sinceridad y coherencia. Era el caso de Fernando, por eso tenía muchos amigos y conversaba con todo tipo de personas, por ejemplo, al portero de su casa al que le tenía un gran aprecio. Recuerdo en alguna ocasión tratar temas de fondo, culturales, religiosos, sobre la situación de la juventud o de la situación política. Siempre te escuchaba atentamente, sonreía, gastaba bromas, hacia alguna pregunta y al final opinaba brevemente.

María, su esposa es de Almería. Esto hizo que poco a poco, Fernando se convirtiera en un enamorado de Almería, aunque era sevillano por los cuatro costados. Le encantaba los toros, no se perdía ninguna corrida importante. Estudió en el Colegio Portaceli de los jesuitas. Completó su formación de Business Administration @Economics en Madrid y Londres. Aunque era un hombre especializado en marketing se sentía muy ingeniero porque su actividad profesional de más de 35 años empezó en Sevillana de Electricidad y culminó fielmente en ENDESA.

No querría terminar estas reflexiones sin destacar su espíritu de servicio, de ayudar a todos los que lo necesitaban. Tenia un corazón misericordioso. Le daba pena ver sufrir a una persona cualquiera. También tengo una imagen muy grabada de su amor a los animales de manera especial a su perro, grande y negro, un cane corso guardían con toda la familia.

Con frecuencia asistí a Misa, con María y Fernando, a la capilla de la Hermandad de los Estudiantes, cerca del Rectorado y de su domicilio. En frente de su casa está la plaza de España y el Parque de María Luisa. Le encantaba oír el sonido de la trompeta o especialmente el toque de silencio. Así nos hemos quedado todos, en silencio desde la víspera de Reyes en que nos dejó después de sufrir un infarto.

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