Aquilino Polaino ha ejercido la psiquiatría durante casi cincuenta años. Además, ha sido catedrático en la Complutense durante tres décadas, y es miembro de las Reales Academias de Medicina de Valencia, Cádiz y Granada. En su larga trayectoria ha conocido a importantes personalidades del siglo XX, como el psiquiatra Viktor Frankl.
Con motivo de su jubilación, ha publicado recientemente con Ediciones Encuentro el libro “Todos somos frágiles (también los psiquiatras)“, una entrevista de más de cien preguntas con el periodista, muy conocido por sus entrevistas en Aceprensa, Álvaro Sánchez de León.
La premisa de este libro es sencilla: una larga entrevista que se lee de corrido y en la que el periodista Álvaro Sánchez León va saltando de un tema a otro con gran naturalidad: de lo general a lo particular, de la medicina a la sociología, de la medicación al salario, de lo humano a lo divino, de lo profesional a lo personal.
De una larga entrevista publicada en la revista Omnes, entresacamos algunos párrafos dedicados a la familia
«Sobre la familia hay una ignorancia bestial. Y quizá esa es una de las causas por las que hay más destrucción familiar. Porque si no se cuida, y no se sabe cuidar porque se es ignorante, se toma cualquier decisión muy repentinamente y sin evaluar las consecuencias.
Por tanto, si la familia está desestructurada, o es muy anómala, o no existe, o se ha roto cincuenta veces, las personas tienen heridas psíquicas, y eso a veces se cura y a veces no se cura. Y, por tanto, van a ir con un déficit toda su vida. Eso es lo que me parece que sería bueno que los padres pensaran antes de escoger una opción como el divorcio, o incluso la propia polémica continua, la discusión entre hombre y mujer dentro del matrimonio, que es muy frecuente, y que amarga tanto a los hijos.
Porque, ¿dónde aprende el niño a amar? Pues en las personas que tiene más cerca y que deberían amarse, o sea, en el amor del padre a la madre y de la madre al padre. Si ahí, en vez de haber una relación amorosa, lo que hay es un conflicto permanente, el niño se queda sin aprender qué es eso de querer y ser querido.
Además, para la propia felicidad del hombre y la mujer es importante que la familia funcione bien. Todavía en la actualidad, la mayor parte de la gente joven a lo que no renuncia es a formar una familia, y es una de las metas que quieren conseguir. Probablemente, porque provienen de familias en las que, con todos sus defectos, el balance ha sido muy positivo. Y dicen: “Esto es lo que yo quiero replicar, pero mejorándolo”. Pero para eso hay que formarse, y la gente no está formada. Creo que no es suficiente con hacer un cursillo de fin de semana antes de casarse. Por otro lado, tampoco se puede exigir un curso entero, porque el derecho natural lo prohíbe: el matrimonio es una institución natural, no se puede meter la academia en él. Pero considero que sí hay que hacer mucho más».