¿Por qué firmas como firmas? ¿Eres libre de firmar así? ¿Te gusta tu firma? ¿Alguna vez te has planteado cambiar de firmas? ¿Sabías que cuando hay algo que no te gusta de tu firma hay algo que tampoco te gusta de ti?
Tendemos a pensar que cuando firmamos somos totalmente libres y lo hacemos como queremos, pero siento ser yo la persona que te diga que eso no es del todo cierto. Lo que sí es cierto es que nuestra firma es automática e inconsciente, pero a la hora de elegirla, se ha visto condicionada por dos factores principales: el primero la cultura, ya que estamos en una sociedad en la que la firma es una forma de mostrar nuestro “sello de identidad”. El acto de firmar es un acto de compromiso con el contrato, carta o escrito que tenemos delante.
El segundo condicionante sobre nuestra firma es el patrón que elegimos a imitar, la mayoría de nosotros, hemos tomado una firma de referencia, normalmente de una persona que también ha sido de nuestra referencia (padre, madre, hermanos, primos…) y la hemos adoptado a nuestro gusto. Como el que imita a alguien el estilo de bailar, pero luego lo personaliza. Una vez que la firma se automatiza e integra en la persona, comienza su evolución, que será a la par que la persona que la realiza. Es decir, a medida que la persona vive distintas experiencias, adquiere mayor madurez, mayor confianza en sí mismo, etc, la firma va evolucionando de la misma forma. ¿Cómo?
Los rasgos a observar serían dispares, pero movimientos más progresivos, eliminación de adornos, aparición de más curvas, etc sería un ejemplo de ello. Cuando hay algo que no nos gusta de nuestra firma y queremos cambiarlo, pero no sabemos exactamente el qué ni cómo, es momento de mirarse a uno mismo, a nuestro interior, para contemplar qué es exactamente lo que no nos gusta de nosotros. El cambio en la firma vendrá después, a veces inconsciente y sutilmente se irá transformando, otras veces se cambiará radicalmente para adoptar una nueva, más sencilla y acorde con lo que será una nueva forma de identificarnos.
Toda esta evolución se puede observar por parte de un Grafólogo pero también por personas que han sido debidamente instruidas y formadas en ello. ¿Y tú, te atreves a cambiar tu firma?
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