Mañana veré, por enésima vez, Gran Torino. Es una de mis películas favoritas, del inigualable Clint Eastwood, pero con un aliciente especial, la veré acompañado de un buen amigo, lo que lo convierte en algo muy diferente. Compartir algo bueno con alguien a quien se quiere es único en la vida.
En el Evangelio, leemos que Jesús no llama a los que le siguen colegas, compañeros, siervos, seguidores, sino que les llama amigos. “Ya no os llamo siervos, sino amigos”. La definición teórica de la amistad podría ser un amor de benevolencia recíproco, pero eso se queda corto, pues la amistad es algo más, es uno al lado de otro, es el menos celoso de los cuatro amores, que comenta magistralmente C. S. Lewis. Dos amigos se sienten felices cuando se les une un tercero, y tres cuando se les une un cuarto, siempre que el recién llegado esté cualificado para ser un verdadero amigo.
En el Eclesiástico, el autor sagrado dice unas cosas muy sabias de la amistad: “una palabra amable multiplica los amigos y aleja a los enemigos…si haces un amigo, ponlo a prueba, y no tengas prisa en confiarte a él. Porque hay amigos de ocasión, que no resisten en el día de la desgracia. Cuando las cosas van bien, es como otro tú, e incluso habla libremente con tus familiares. Pero si eres humillado, se pone contra ti y se esconde de tu presencia…un amigo fiel es un refugio seguro, y quien lo encuentra ha encontrado un tesoro. Un amigo fiel no tiene precio y su valor es incalculable. Un amigo es fiel es medicina de vida, y los que temen al Señor lo encontrarán. El que teme al Señor afianza su amistad, porque, según sea él, así será su amigo”.
Lo que une a los amigos son muchas cosas, largas conversaciones acompañadas de risas, una disposición a servirse mutuamente con buena voluntad, la lectura en común e, incluso, los repentinos desacuerdos que ayudan a poner el foco en todo lo que se comparte. Doy gracias a Dios por los amigos que tengo, que seguro que no me los merezco. Y confieso que me gustaría tener más amigos, aunque me temo que nunca llegaré a lo que Roberto Carlos canta: “yo quiero tener un millón de amigos y así más fuerte poder cantar”.
Alberto García Chavida