En la sociedad en que vivimos, hay personas que sienten un vacío espiritual y han perdido el sentido de su vida. Según la psiquiatra Marian Rojas, el 90% de las personas no sabe por qué se levanta cada mañana. Esta situación nos lleva a una búsqueda de métodos de relajación como el yoga o la meditación, y la necesidad de estímulos, de satisfacciones corporales, comidas, alcohol, sexo, redes sociales o drogas, que tratan de sustituir al verdadero sentido de la vida.
En mis conversaciones como mentor, compruebo que hay muchas personas de todas las edades que no tienen claro cuáles son sus valores. Se han perdido los valores. Hay que volver a los valores, aquello que nos hace crecer como personas, lo que nos perfeccionan y nos guía en los momentos de caos y de incertidumbre. Para tener un sentido claro de nuestra vida es importante conocer nuestros valores, esos principios consistentes que orientan nuestra actuación.
Algo que afecta a nuestro sentido de la vida es la coherencia. Cuando somos coherentes con nuestros ideales, somos felices. Por ejemplo, Nelson Mandela en la isla de Robben o Santo Tomás Moro que a pesar de las circunstancias adversas eran felices porque eran coherentes con sus ideales. Cuando decimos una cosa, pero hacemos otra distinta, eso nos provoca malestar y sensación de vacío espiritual o vacío existencial.
Con frecuencia revivimos situaciones pasadas que nos hacen sufrir, nos faltan proyectos que nos ilusionen y nos ayuden a luchar por un futuro mejor. Como psiquiatra, dice María Rojas, suelo definir la felicidad como vivir instalado de manera equilibrada en el presente, habiendo superado las heridas del pasado y mirando con ilusión al futuro, los que viven enganchados en el pasado pueden ser depresivos, resentidos y vivir amargados.
Me gusta recordar que para sentirse feliz hay que saber querer, sentirse queridos y tener un claro sentido en la vida. ¿Qué queremos hacer con nuestra vida? ¿Cuál es nuestro proyecto profesional y vital? ¿Para qué trabajamos?, etc. Estas y otras preguntas han de ser contestadas para concretar el sentido de la vida
Deberíamos pararnos a pensar, a observarnos a nosotros mismos y a nuestro entorno. Por eso, no entendemos bien nuestro entorno ni nuestro lugar en el mundo, lo que puede provocar sensación de vacío espiritual. El autoconocimiento nos ayuda a encontrar el sentido de la vida. Para los que tenemos fe, el sentido de nuestra vida es consecuencia de que somos conscientes de que somos seres transcendentes y que Dios es nuestro Padre.
Artículo publicado en Woman Essentia