Hijos de matrimonios rotos

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Cada vez hay más familias en crisis donde todos, los padres y los hijos, sufren sin encontrar la solución a los problemas que se plantean. Siempre hablamos de la importancia de las relaciones en la pareja, porque de la entrega amorosa de los esposos surgen la familia y los hijos. Sin embargo, no siempre destacamos la importancia que tiene para los niños el amor entre sus padres, el ambiente familiar lleno de paz y de alegría. Los hijos necesitan sentirse queridos por unos padres que se aman mutuamente, porque eso les permite crecer con una base de seguridad emocional importantísima.

Cuando las cosas se vuelven difíciles en una pareja, y se llega incluso a plantear una ruptura, las prioridades cambian. Lo más importante pasa a ser cuidar de los más débiles de la familia: los hijos. Porque ellos, que han sido llamados a la vida a través del amor de sus padres, necesitan a los dos todos los días de la vida.

Como afirma María Álvarez de las Asturias, directora del Instituto Coincidir, “nadie se casa para que le vaya mal, para fracasar; incluso cuando una pareja se casa con dudas o en unas circunstancias que no son las mejores, hay un deseo de que esa unión vaya bien. Y hay amor, más o menos amor, más perfecto o imperfecto, pero amor. De ese amor han nacido los hijos y eso nadie se lo puede quitar: son fruto del amor de sus padres”.

Al explicar a los hijos la separación de sus padres, debe quedar claro que ellos no tienen la culpa de esta ruptura. Muchos hijos lo viven así y tienen sentimiento de culpa. Otros tratan de agradar a sus padres pensando que, si hacen todo lo que ellos quieran, volverán a estar juntos. Es fundamental asegurarles que siempre van a estar los dos ahí, para ellos: pero esto no basta decirlo, habrá que hacerlo.

Además de dejar claro a los hijos que sus padres no se separan por nada que ellos hayan podido hacer, hay que tener en cuenta otra preocupación grande de los hijos y sobre todo hay que trasmitir a los hijos la seguridad de que son fruto del amor de sus padres.

Entonces, ¿por qué se separan? Porque como en todos los ámbitos de la vida, los padres, a veces no hacen las cosas bien o no les salen como querrían, a pesar de todos sus esfuerzos por hacerlo bien; o se encuentran con problemas que no consiguen resolver; o toman decisiones equivocadas y, a veces, incluso decisiones que pueden hacer daño a otros. Pero que los padres no hayan podido o sabido mantener vivo su amor, no disminuye la certeza de que los hijos son fruto de su amor: un amor tal vez imperfecto pero real.

Artículo publicado en el Diario de Almería

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