¿Qué es el espíritu universitario?

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En la Universidad hay algunos profesores a los que se les llama Maestro. Es quien te ha dirigido la tesis doctoral y que, por su edad, experiencia, conocimientos y forma de ser, se ha ganado nuestra confianza. Generalmente con el tiempo, Maestro y discípulo acaban siendo buenos amigos y el Maestro se convierte en una referencia no solo para los aspectos profesionales sino también en temas personales.

En la universidad actual, desgraciadamente no todos los profesores encuentran a un Maestro, porque no abundan. En mi caso, si he tenido un Maestro y se llama Miguel Alfonso Martínez-Echevarria y Ortega. En los comienzos de mi actividad universitaria, conocí al que sería mi director de tesis, pero también a un buen amigo y un referente para todas las decisiones que tengo que tomar en la vida. Sintonizamos muy bien. Los dos somos andaluces, me conoce muy bien y sus consejos siempre me han ayudado a mejorar como profesor y como persona. Siempre está de buen humor y aunque los dos ya estamos jubilados, seguimos comunicándonos con frecuencia.

A mi Maestro le debo muchas cosas, por ejemplo, haber conocido qué es el espíritu universitario. Me ha enseñado en qué consiste y a vivirlo. Podemos decir que el espíritu universitario es el conjunto de valores, actitudes y comportamientos que deberían orientar las actividades de las universidades. Con su ejemplo, publicaciones y sobre todo con muchas conversaciones, mi Maestro me ha ido trasmitiendo las características de ese espíritu que han de orientar la formación, que debería ofrecer una Universidad y las relaciones entre profesores y alumnos.

El espíritu universitario se fundamenta principalmente en el amor desinteresado por la verdad. El universitario busca con esfuerzo la verdad, sabe que cualquier clase de conocimiento si es verdadero, recompensa del trabajo experimental, del estudio y reflexión que ha comportado. Este amor a la verdad es desinteresado, no está condicionado por sus posibles aplicaciones o por los beneficios económicos. Además, lleva a rechazar el error, las afirmaciones infundadas, la intencionada ambigüedad, el sofisma.

Otras características de ese espíritu son la humildad intelectual, el respeto de la opinión ajena, el espíritu de solidaridad, el hábito de estudio, y sobre todo por la capacidad crítica. Es decir, el hábito de análisis que lleva a discriminar entre lo que es verdad y el error con apariencia de verdad; entre la afirmación bien fundamentada y la gratuita o no avalada suficientemente.

Este artículo se publicó en el Diario de Almería

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