Si observamos a la gente con la que te cruzas por la calle o en el autobús, comprobarás que tienen cara de prisa, van como «pollos sin cabezas«. Parece que hay que hacer y hacer cosas, pensando que esa actividad frenética nos hará sentirnos más felices o lograr más recursos económicos. El tiempo pasa muy rápido. Se nos escapa de las manos. A muchos se les nota que corren, pero no saben a dónde quieren llegar. No tienen objetivos claros en sus vidas. Por eso, aconsejo siempre encontrar tiempos para pararse a pensar sobre los temas de fondo y existenciales que pueden dar sentido a la vida y a la muerte.
La muerte es un misterio. Todos sabemos que hemos de morir, pero no pensamos en ello. Solo cuando hay una enfermedad grave sin curación, empezamos a pensar en la muerte. Enfrentarse a la muerte es todo un reto. Dependerá del sentido que demos a nuestra vida, de nuestras convicciones y valores.
Recuerdo el caso de Nacho LLorente, que en el 2017 se enfrentó a la muerte con una enfermedad terminal de manera ejemplar. Algunos medios de comunicación se hicieron eco de la muerte de Ignacio Llorente. Te copio algunos párrafos de la noticia publicada en Religión en Libertad.sobre una sesión que Nacho impartió a directivos en el Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).
Ignacio Llorente es toda una institución en el mundo bursátil y de liderazgo empresarial. Por sus manos han pasado miles de alumnos que ahora ocupan puestos de dirección en empresas multinacionales. Hasta la fecha ha sido director de Relaciones Institucionales del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) y durante doce años fue director de Programas del IESE, una de las escuelas de negocio más prestigiosas del mundo.
Con sus 54 años se estaba muriendo debido a un tumor cerebral que le detectaron en noviembre de 2016. A las pocas semanas de grabar este video ya no podía hablar ni moverse y era cuestión de días o semanas que falleciera. Pero antes de no poder expresarse quiso dejar una última enseñanza, tal y como ha hecho durante toda su vida. Juntó a compañeros, alumnos y familia para darles la lección más importante de sus vidas: que el fin de todo es la vida eterna y la plenitud que sólo se puede alcanzar unido a Dios.
Se muere pero antes tenía que decir algo importante
Ignacio Llorente es numerario del Opus Dei y criado en una familia numerosa. Allí asegura que recibió la fe y la vocación, lo más importante en su vida pese a sus numerosos logros profesionales.
Llorente ha visto la enfermedad como una misión para hablar del amor de Dios y para ello convocó un acto que aparentemente iba a ser de despedida de la institución pero que acabó siendo un testimonio de fe y esperanza.
“Tengo la sensación de de que estoy en tiempo de descuento y que si llego a Navidad, bendito sea Dios”, afirmaba a sus compañeros, tal y como refleja el vídeo que grabó el propio Instituto. El vídeo dura 20 minutos y vale la pena verlo. No te dejará indiferente.
“¿Se trata de ponerse triste y estar amargado?”, preguntaba Ignacio. Pero él, siendo enfermo terminal, les decía al resto que “se trata de coger la vida con ganas e ilusión, sabiendo que los problemas existen y afrontarlos de cara”. Así fue como quiso convertir esta charla en una clase magistral, “esperando que nadie se moleste” y que “os pueda servir”.
Qué hacer ante la muerte inminente
Este experto economista y empresario dejó muy claro desde su propia experiencia que “lo único que merece la pena en esta vida es hacer la voluntad de Dios y lo único que genera una satisfacción plena es saber que haces la voluntad de Dios”.
Con ello, aseguraba que no quería dar “lecciones moralizantes” a nadie pues no es ejemplo de nada, afirmaba. Pero ante la muerte inminente, “¿qué puedo hacer?”, se preguntó. Y así fue cómo surgió la idea de hablar de cómo ha vivido la enfermedad bajo la luz de la fe por si podía ayudar a alguien y sobre todo para “generar un punto de inquietud que puedan ayudar en el camino de seguir a Dios”.
Ignacio Llorente indicó que tenía la “enorme suerte” de ser una persona de fe gracias a lo cual nunca ha tenido la sensación “de que este mundo sea un absurdo y tenga un fin”. Al contrario, según comentó, “tengo un conocimiento de que esta vida tiene un sentido más trascendental del que ninguno le damos a nuestra existencia”.
«No he estado más feliz en mi vida»
“Evidentemente aunque la muerte asusta y aunque la posibilidad de dejar esta vida genera desasosiego, yo tengo una alegría inmensa, infinita”, aseguraba.
Es más, afirmaba que “no he estado más feliz en mi vida”. Y contó que muchos días se levanta de la cama a las 5.30 de la mañana “dando botes de alegría, de la suerte que tengo”. Y exultante iba más allá incluso: “tengo una sensación de plenitud absoluta, de que merece la pena esta vida a tope”.
En su intervención, Llorente confesaba que “parte de que esté aquí hablando con vosotros es que necesito contarlo, que la vida tiene un sentido más pleno, radical y mucho más feliz”. “Tengo la suerte y he tenido la suerte de tropezarme con Dios y he tenido la suerte de que Dios ha sido conmigo misericordioso”.
«Ser un instrumento del Señor»
Algo parecido a lo realizado en el IEB lo hizo con su propia familia en julio. Reunió a sus numerosos hermanos, sobrinos y primos y les habló de la muerte y de cómo afrontarla.
Y así se ha cumplido uno de los grandes deseos de Ignacio, ser “instrumento del Señor” pues él decía que “hay que entregarse para que el Señor te utilice”.